sábado, 3 de junio de 2017

Divagaciones, indecisiones

¡Hola! a cualquiera que esté leyendo esto. Como es costumbre, las entradas de este blog son prácticamente un accidente. Creo que es mejor dejarlo así, a estas alturas lo que menos me interesa es atraer público, o las expectativas que este pueda tener del blog. Es mejor no pensar en que lo que aquí escribo puede ser leído por cualquiera. En lugar de eso quiero anunciar —¿anunciar?— que desde ahora voy a tratar a este sitio como a un archivo personal de las cosas que me provoca escribir con el pretexto de mostrar algún dibujo que haya hecho. Vamos, para dejarlo claro, que desde ahora voy a tratar al blog como a uno de esos triviales diarios de adolescente —si es que esas cosas aún existen— que puedes leer o dejar de hacerlo sin haber ganado ni perdido —salvo tiempo— nada importante en el proceso.

A ello entonces. Estos últimos días me he sentido incompleto, casi podría decirse que me han amputado una parte del cuerpo, sin mi consentimiento. Me veo y observo a un pobre infeliz forzado a vivir en un mundo que no está adaptado a sus limitaciones. Me siento como el personaje secundario de un drama sin final feliz: Se que mi situación no es un completo desastre como el desgraciado protagonista, pero tampoco puedo sonreírle al gordo antipático llamado Destino. Por que sí, hoy se me antoja que el destino es un gordo antipático, que cuando lo veo lo único que hace es burlarse de mí, ponerme el pie para que tropiece; pero cuidándose de que no vaya a caer tan duro —muy considerado el gordo—.