sábado, 26 de septiembre de 2015

El perfecto Atticus Finch

"A veces pienso que como padre he fracasado en absoluto, pero soy el único que tienen [...]. Si consintiéramos una cosa como ésta, francamente, no podría sostener su mirada, y sé que el día que no pudiera sostenerla le habría perdido"

Atticus Finch
Estas son las palabras que le dirigía Atticus Finch a su amigo Mr. Heck Tate, el sheriff del condado de Maycomb, tratando de explicarle su sentido de la justicia. Como seguramente ya habrás deducido mi apreciado, siempre atento y fiel lector —o siendo más realista, como puede que imagines lector de paso, también apreciado, por cierto— todo esto ocurre en la reconocida novela Matar un Ruiseñor (originalmente To Kill a Mockingbird, 1060) de Harper Lee. Y el tema de hoy, es principalmente Atticus, el ejemplar Atticus Finch.

Si hay un personaje más llamativo que Atticus en la novela, seguramente este es Scout Finch, la niña de diez años que narra la historia. Tal vez puede que la influencia de ella haya sido incluso mayor que la de Atticus en los millones de lectores de la novela, por su postura ante la vida con su corta edad, por su increíble lucidez en ciertas situaciones y su ingenuidad en otras. Puede ser, pero en este momento no quiero reflexionar sobre ello, a Scout la guardo por el ahora como la dueña del excepcional punto de vista que narra lo sucedido en Maycomb.

Advertencia: Las siguientes lineas han sido escritas intencionalmente en mayor cantidad que el promedio de las entradas publicadas hasta el momento; además si aún no has leído la novela y tienes intensión de hacerlo si saber ningún detalle muy específico, puede ser preferible que no leas el párrafo sobre la "primera cuestión" de más abajo, al menos la segunda mitad de éste. Como si fuera poco, es preciso aclarar que ahora no publicaré en estricto sentido una hoja rayada como las otras veces.

Luego de leer la novela y disfrutarla claro, porque no hay que negar que es un muy buen relato más allá del contenido moral o político que tenga, me surgen algunas preguntas sobre a Atticus Finch: ¿Él verdaderamente creía todo lo que hablaba con sus hijos?, ¿realmente alguien puede ser el depósito ta tantas virtudes, más aún sabiendo el tiempo en que se desarrolla la historia? y hablando genéricamente, ¿cuál pudo haber sido o fue en todo caso la verdadera influencia de Atticus en los lectores del libro?

Sobre la primera cuestión, yo tengo mis dudas sobre si realmente creía en todo lo que hacía o decía. Pero vamos, no comencemos siendo mezquinos. Mi punto de vista es que puede que no haya creído verdaderamente en todo lo que haya dicho o hecho, pero puede que solo haya intentado ser consecuente. Me explico, si uno realmente trata de ser consecuente y de seguir un comportamiento modelado por ciertos valores y código de ética prefijados —susceptibles a ciertos cambios en el tiempo, por supuesto—, inevitablemente surgirán momentos en la vida en los que nuestros impulsos se opondrán a nuestra razón. Como cuando Bob Ewell escupe a Atticus, me es imposible creer que aunque sea por un segundo no haya surgido el impulso de actuar en defensa propia. O como cuando Atticus trataba de convencer a Mr. Heck de llevar a juicio a su propio hijo; me parece que el impulso de protección de padre estaba siendo contenido por razones mucho más nobles. Espero que estos ejemplos aclaren mi postura al respecto. Me refiero al conflicto que surge en el interior de una persona en determinadas situaciones, aunque (o gracias a que) esta sea la más consecuente del mundo, aunque esta sea Atticus Finch. Desde este ángulo él se me hace más humano y hasta más admirable. Aunque me siga pareciendo casi inverosímil.

Sobre la cuestión de si alguien puede ser el depósito de tantas virtudes. Si somos estrictamente literales, la respuesta es fácil, sí, hay personas llenas de virtudes; y no es que estén en todas partes, pero puede que lo atípico de su comportamiento haga que algunas de ellas resalten. Se nos pueden ocurrir lugares comunes como la Madre Teresa, Nelson Mandela o Gandhi. Pero mi inquietud es sobre lo común que es encontrarlas en toda su perfección como Atticus, sin defecto aparente. Puestos a reflexionar un poco, tampoco es muy difícil caer en cuenta que no son muchas, de hecho puede que muchos de nosotros no conozcamos personalmente ningún caso tan excepcional como el que estamos tratando. Incluso nuestros seres más queridos o respetados seguramente albergan algunos defectos obvios. Bien, ya que somos consientes de todo ello ¿cuál es el problema?, no somos perfectos; de eso se trata en parte nuestra humanidad ¿no es cierto? Pues si, de eso se trata precisamente. Entonces ¿es válido asumir como modelos casos absurdamente excepcionales como Atticus?, si fácilmente nos podemos percatar que no somos ni seremos así. Esto precisamente es lo que me me lleva a la siguiente cuestión.

¿Cómo pudo haber influenciado Atticus en los hombres y mujeres que supieron de su existencia, lo admiraron y quisieron ser cómo él o conocer a alguien así? La respuesta natural y más obvia puede ser que la influencia fue muy positiva, ¿cómo podría ser de otro modo? Pues, habida cuenta del párrafo anterior, cabe la terrible posibilidad de una inimaginable cantidad de personas motivadas, sí, tratando de emular a su héroe y de seguir sus principios. Pero también varias veces golpeada por la vida, todas las veces que no pudieron ser cómo él, que fallaron, que no pudieron contener su amor de padres ante un posible perjuicio de un hijo, pensando en esos momentos que lo de Atticus fue falta de amor —Cuando, en realidad, Atticus demostró un amor mucho más profundo haciendo lo que hizo—, todas las veces que algo llamado conciencia les creó un sentimiento de culpa haciéndoles pensar que pudieron ser mejores. Pero ¿pudieron serlo?. La inmensa mayoría de estas personas tarde o temprano, consiente o inconscientemente, termina sabiendo que nunca llegará a ser como Atticus y que en su mundo puede que nadie sea como él. Acabarán decepcionados y peor aún, puede que en un intento de no sentirse descubiertos vivan la tortura de aparentar un virtuosismo que no poseen. Como la señora que salta primera en la fila para recibir la ostia en su iglesia y luego maltrata a su empleada o incluso traiciona a su marido. Como el hombre de negocios que se sabe mil y una formas de sacarle la vuelta a la ley en beneficio de sus ganancias y cuando llega a casa dice a sus hijos que no existen mentiras de colores, todas son malas y deben evitarse. Aterrador. Paremos nuestro apocalíptico ejercicio mental aquí. Esto, claro está, es mirar el vaso medio vacío en lugar de medio lleno. Aunque es verdad que nuestro apocalíptico ejercicio mental es más real y está más cerca de nosotros de lo que el bueno de Atticus pudiera estarlo. Esto nos plantea la pregunta de si modelos como estos realmente benefician a la sociedad, a nosotros, o todo lo contrario.

Las vagas reflexiones de arriba son algo simples, aunque no creo que lleguen al extremo de la trivialidad. Un buen modo de afrontar algunas de estas cuestiones es simplemente aceptar las limitaciones de cada uno y tener plena conciencia de lo que somos capaces de hacer en determinados momentos, sin sentir el tormento de una conciencia demasiado conservadora o la culpa de no haber actuado como el señor perfección. Es decir, tener conciencia de nuestra individualidad y un razonable concepto de nuestro lugar en el mundo. No olvidemos que al fin al cabo en Matar un Ruiseñor todo está narrado desde el punto de vista de una niña que idealiza a su padre. Esta historia contrasta con la última entrega de Harper Lee, Ve y pon un Centinela (o Go Set a Watchman) —todo un suceso en ventas este año, por cierto—, en la que se presenta a un Atticus totalmente distinto, nada virtuoso, de hecho. Como ya es de dominio público, en realidad Ve y pon un Centinela es una versión previa a la famosa Matar un Ruiseñor, que tuvo que ser adaptada para poder salir a la luz. Tal vez en su versión original Gregory Peck jamás hubiera ganado el Oscar al interpretar a Atticus, de hecho pude que ni lo hubiera interpretado, pero ponerse a conjeturar a estas alturas no tiene mucho sentido.

Concluyo con la entrada con la presentación de la hoja rayada correspondiente, que realmente no es tal como advertí más arriba. No, hoy no traigo nada hecho sobre papel, cartulina o cosa parecida tamaño $A4$ como otras veces. Tampoco es algo muy elaborado, se trata más bien de algo que empezó casi por casualidad luego de rayar accidentalmente la tapa de la funda mi lector de libros electrónicos, justamente en el que estaba leyendo Matar un Ruiseñor, hace unas semanas. Para tratar de disimular el rayón se me ocurrió hacer un pequeño diseño que luego de más de una hora de procrastinación terminó siendo lo que les muestro en las imágenes que siguen. Así que puede que la historia de Maycomb haya influenciado, de algún modo, en el dibujo.
Mirada
Dibujo de $16,6\times 12\mbox{cm}^{2}$ (30/08/2015)

La superficie no es papel, así que en estricto sentido no es una hoja rayada; tampoco lo hice premeditadamente para mostrarlo aquí, ni invertí mucho tiempo haciéndolo, como se puede deducir de la calidad del diseño. Está hecho básicamente con un bolígrafo BIC azul, uno rojo y uno marca PILOT negro, de puntilla $0,7$. Pero, al no tener nada más interesante que de algún modo se relacione con lo que se me ocurrió escribir hoy, decidí que finalmente no sería tan mala idea mostrarlo. A pesar del agudo sentido crítico que puedas tener, apreciado lector. He publicado eso que ves arriba, eso que ahora casi no podría interpretarlo de una forma convincente, ni sabría justificar algunos de los trazos mezclados ni las sospechosas sombras que ahí aparecen.

Eso es todo por hoy, si llegaste hasta aquí sin saltarte demasiadas líneas, ¡enhorabuena!. Espero que hayas pasado un buen rato, hasta otro día.

$\clubsuit$ Coda final: hace un tiempo publiqué una entrada aludiendo a la primera obra de Truman Capote. Resulta interesante que el pequeño Dill de Matar un Ruiseñor esté inspirado en Capote. Resulta igual de interesante también que Idabel de Otras voces, otros ámbitos esté inspirada en Harper Lee. Puede encontrarse mucha información en la red sobre la relación entre Lee y Capote.

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