Hace más de año y medio que no paso por aquí. Pero confío en que tú, apreciado y siempre fiel lector, haz estado esperando con ansia este momento de leer lo que fuera que vaya escrito en estas lineas siguientes. No voy a dar ninguna otra escusa aparte de confesar que no he publicado nada por la sencilla razón de no haber tenido las suficientes ganas de hacerlo. Así que este pequeño párrafo que ya va terminado es solo para intentar explicar mi ausencia y, como consecuencia, mi regreso. No prometo tampoco regularidad en posibles futuras entradas, pero vayamos a lo que me interesa hoy.
La cita del inicio es del escritor sudafricano John Coetzee y sugiere que la felicidad no es productiva. Al menos indica que esta no es tan efectiva a la hora de enfocarse en una actividad creativa. Esto tiene cierto sentido, desde que al estar en un estado de felicidad no hace falta nada más para vernos realizados, entendiendo que la felicidad es la meta de la vida. Por supuesto se podría objetar que la felicidad completa no existe, habida cuenta de todas las desgracias que pasan en el mundo. Sería una confesión de real ignorancia, egocentrismo extremo o simple estupidez decirse completamente feliz en un mundo como el nuestro. Del mismo modo podría plantearse que una infelicidad pura tampoco es real. Aunque yo si tendría mis dudas a este respecto. En cualquier caso, puede que la intensión de la cita sea el más obvio, indicar que algo interesante es canalizar nuestras insatisfacciones o molestias en cosas de valor, que valgan la pena. Además, claro, del ánimo de boicotear a todos los terapeutas del mundo. Quien sabe.
Desconozco el contexto en que nació la cita. Si alguno de mis numerosísimos lectores lo sabe, le agradecería mucho que lo comente. Coetzee podría haber dicho esto solo como una inteligente salida a una pregunta rutinaria. O quizás lo podría haber hecho para revelarnos su forma de trabajar. Si es esto último, podría valer la pena aplicar la receta. Los personajes del escritor sudafricano me parecen sumamente interesantes, al menos en Juventud me dieron una buena impresión. Casi pude sentir estar dentro de la mente del protagonista, una versión ficticia de él mismo antes de encausarse en la escritura. Su grado de reflexión sobre cuestiones de la vida y su forma de presentarlas es muy bueno. Alcanzar esa calidad en una actividad, la que fuera, como él lo logra con la literatura es por lo menos envidiable. Descubrir personas notables es siempre una gran experiencia; no importa tanto cómo haya dicho tal o cual cosa alguien, como lo que se descubra en su obra, en las cosas que valen la pena que nos dan y que nos demuestran que es posible lograr.
Les cuento todo esto porque ojeando algunas fotos de dibujos que hice algún tiempo me topé con las del gorrión que les muestro enseguida. En ese momento, por algún motivo que no logro identificar, me acordé de la cita con la que inicié esta entrada y algunas de las cuestiones que escribí estaban pasando por mi cabeza. Me dieron ganas de escribir, de ser leído tal vez, y este es el resultado. El dibujo es muy simple, hecho con un bolígrafo BIC azul sobre papel $A4$ de 75 u 80 gramos si recuerdo bien. Si les apetece ya saben que pueden comentar, opinar o sugerirme cualquier cosa en los comentarios.
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Gorrión Dibujo de $21\times 29,7\mbox{cm}^{2}$ (09/03/2014) |
Hasta otro día.
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$\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\quad\small Hojas\;Rayadas$