Nos ponemos melancólicos

Como habrás notado, apreciado(a) lector(a), en estos últimos meses el blog no ha estado muy activo que digamos y es que he estado aprovechando el tiempo en concienzudas jornadas de meditación, de largo aliento, que por momentos me han permitido alcanzar niveles de conciencia casi ascéticos, suficientes para lograr la ansiada inspiración previa al dibujo.

Bueno, la verdad es que tan mística historia no es cierta; lo siento pero mi existencia no es tan espiritual. Solo he estado algo ocupado y sin verdadero ánimo de publicar nada que haya rayado en este tiempo, hasta ahora.

Lo que vengo a mostrarles hoy no es un dibujo planificado como la mayoría de los que he mostrado antes, así que lo que les digo ahora tampoco está muy bien pensado; tal vez solo sea que las vacaciones y la solitariedad de éstos días haga en mí más o menos lo que, en uno de sus relatos, decía Chéjov en la persona de Aliojin, que "las personas que viven solas siempre guardan en el alma alguna cosa que les gustaría contar" o mostrar, en mi caso.

Eso que quiero mostrarles ahora es el siguiente dibujo hecho, sobre la base de una cartulina opalina tamaño $A4$, únicamente con bolígrafos, dos BIC (negro y azul) y como perdí mi bolígrafo BIC rojo, utilicé un PILOT de 0.7 mm. Como podrán ver lo terminé hace algo más de una semana y en principio no planeé publicarlo, de hecho lo empecé como calentamiento para continuar otro dibujo a lápiz que inicié hace algunas semanas y lo he dejado en espera (hasta que me apetezca continuarlo, supongo) y pronto se convirtió en lo que ven a continuación.

Porvenir agotado
Dibujo de $21\times29,7\mbox{cm}^{2}$ (21/07/2013)

En él trato de reflejar más o menos lo opuesto a lo que expreso en el dibujo de esta otra entrada -curiosamente también hecho con bolígrafo y sin mucha planificación-, es decir, trato de transmitir el estado de una vida que está pronta a terminar, dejando atrás las huellas de su paso por éste mundo, con la mirada perdida y ajena o indiferente a lo que los otros hagan, ajena a esa joven mano que trata de detener su final, pero que ni siquiera puede ocultar el rostro trajinado de una vida que ha sido testigo de mil fracasos y tal vez de algunos triunfos que ya no volverán a ser otra vez.

Bueno amable lector(a), si haz llegado hasta este punto, tal vez sea porque igual que yo gozas de mucho tiempo libre estos días o porque, quisiera pensar ésto último, pasaste un buen rato viendo y leyendo mis ocurrencias. Hasta otra oportunidad.